Capítulo 10. Dos menos para el fin

Los ánimos estaban más caldeados que nunca. Val acusaba a Alek de haber sido él quien había poseído a Agro, el caballo de su hermana. Alek, por su parte, se defendía con uñas y dientes y acusaba a Val de algunos de los asesinatos.

La situación era tan crítica que, pese al aguacero que caía, todos los aldeanos habían hecho acto de presencia, incluido el Chamán.

—Mirad —dijo Val ya exhausta—, desde los primeros asesinatos nos hemos dedicado a matarnos los unos a los otros. Durante este tiempo he perdido a mi hermana y a otros amigos. Poner fin a mi vida no va a cambiar nada, pero al menos no voy a tener que soportar esto ni un minuto más. Cuando Antares se dejó ir entre mis brazos me pareció un acto egoísta, y quizá lo fuese, pero ahora le entiendo.

La Curandera se acercó al árbol y posó una mano sobre su tronco.

—Quizá nos volvamos a ver.

Lady Val sacó un pequeño frasco de su bolsillo y bebió lo que había en su interior. No sintió dolor, frío ni sueño. No sintió nada.


Sansalayne amaneció con el cuerpo retorcido sobre sí mismo y clavada en una pared de su habitación. La posición de sus huesos carecía de coherencia y en su rostro ni siquiera se adivinaba el que un día fue el de la Trovadora.

En ese preciso instante, alguien muy parecido a ella ocultaba su rostro bajo un pañuelo y unas gafas de sol. A su lado, Michael Fassbender esperaba a que los que estaban delante de él en la cola pasasen por el detector de metales.

—¿Me recuerdas dónde vamos? —preguntó Fassy.

—A cualquier lado —contestó la Trovadora—. A cualquier lado lejos de Bélenos.


NOTA: Menuda braga de capítulo, lol.

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